17 de agosto de 2008

El maldito dixionario



Cada palabra, frase o párrafo escrito a lo largo de nuestra vida siempre estará marcado por las estresantes reglas dramaticales y la buena ortografía. Que si lleva H, o si se escribe con S o con C, o se tiene que usar la B grande o la V chica, ¿En dónde va el acento?; son las pequeñas ignorancias que descubrimos en nosotros todos los días.
Recuerdo que desde niño, los maestros nos daban dosis moderadas de dictado para eliminar la fea enfermedad que se desarrolla en nosotros desde el momento en que aprendemos a escribir, la cual ha sido nombrada como mala ortografía. Largas horas el maestro gastaba en explicar cómo se escribía tal o cual palabra, siendo el tratamiento más efectivo si se administraba una hora de lectura diaria para que el alumno empezara a familiarizarse con las palabras y hasta jugar con ellas, sin que ellas jugaran con ellos.
Enséñame cómo escribes y te diré que tan ignorante eres. Lo malo de equivocarse con menos frecuencia al momento de escribir, radica en la esclavitud del obsesivo chequeo ortográfico en letreros, mails, cartas de restaurantes, recados, subtítulos de películas, entre otros. Nos reímos con tanta soltura y libertad de las personas que cometen errores "garrafales" al mostrar su escritura, sin imaginarnos que hemos sido más veces las víctimas que los victimarios. Es así como nos sentimos mejor ante la desdicha y la ignorancia del otro, creyendo pertenecer a un grupo de alta cultura y de cero tolerancia a los errores ortográficos, siendo que nos ubicamos en un país que eliminó los niveles de analfabetismo del tercer mundo hace dos décadas (bravo, bravo, que digo bravo... bravísimo!!!) pero que un mexicano promedio no puede ni entender lo que está leyendo (yeah, mas tele y menos libros!!!)
Nos da pena que otros vean nuestras formas incorrectas de ortografía y reprimimos diariamente el recurrente me vale madres cómo escrivamos o no, lo inportante es que la jente entienda la hidea y no que esten de fisgones sobre las palabras. Sin embargo eso provocaría infartos y corajes (de color verde) por parte de todas las personas que extiendien sus opiniones, comentarios y alguna que otra mano extendida sobre nuestra humanidad para corregir y formar los buenos hábitos.
Nunca sabremos el alcance de nuestros conocimientos, pero me siento satisfecho si hoy obtengo más de los que tenía ayer. Es por ello que siempre me acompaña en mi lectura y escritura el libro que todo lo sabe y que nada lo inventa, fuente de la razón, gurú de las palabras, raíz de las letras.

No hay comentarios: